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La cuarta revolución industrial es una revolución tecnológica que modifica la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
Se caracteriza por una fusión de tecnologías que están borrando los límites entre las esferas físicas, digitales y biológicas. A su vez, la aceleración en la capacidad de uso de cantidades masivas de datos está cambiando rápidamente el mercado de trabajo y las economías.
En este escenario de cambios acelerados, se presentan nuevas oportunidades para potenciar el rol del conocimiento abierto, buscar soluciones innovadoras a los desafíos de América Latina y mejorar los procesos y aprendizajes de los proyectos de desarrollo.
A continuación, destaco las seis tendencias principales de la cuarta revolución industrial que podemos aprovechar para promover el desarrollo de los países de la región.
1. Se potencia el intercambio de conocimiento
Las nuevas tecnologías están ayudando a potenciar el acceso al conocimiento. Así, el conocimiento ya no es unidireccional y se abre para que pueda ser libremente usado, reutilizado y redistribuido. Se abren caminos para creación colaborativa de conocimiento y se potencia la naturaleza del conocimiento como bien público.
En línea con esta tendencia, desde el BID hemos adoptado licencias Creative Commons para todas nuestras publicaciones, compartimos con el mundo un portal de datos abiertos, Números para el Desarrollo, y seguimos extendiendo nuestra oferta de formación profesional a través de nuestros cursos masivos abiertos en línea (MOOCs, por sus siglas en inglés).
El poder del conocimiento abierto para mejorar vidas no tiene límite. Éste fomenta innovaciones, estimula la creación de nuevos negocios e incrementa la participación ciudadana y el monitoreo social de políticas públicas.
2. Gobiernos digitales más ágiles y eficientes
Las innovaciones tecnológicas están permitiendo ampliar el acceso a los servicios públicos a través de trámites en línea.
Por ejemplo, frente al desafío de digitalizar los servicios de gobierno, 18 países de la región participan del Mecanismo Colaborativo Regional de Software Público, apoyado por la Iniciativa de Bienes Públicos Regionales del BID. A fines de 2016, permitió lanzar “Simple-LAT”, el primer software público latinoamericano que forma parte central del esfuerzo del gobierno de Uruguay de digitalizar el 100% de los trámites de la administración central antes de 2020. Para potenciar su impacto y permitir su reutilización, el código de este software está disponible en la plataforma de herramientas digitales del BID, “Código para el Desarrollo”. Así, la tecnología y el código abierto permiten abrir los procesos administrativos y las cuentas públicas al escrutinio de la gente fortaleciendo así la transparencia.
Al mismo tiempo, los datos abiertos y las grandes bases de datos, conocidos como “big data” representan una oportunidad única para los gobiernos para generar respuestas más efectivas, eficientes y con menos recursos. Tal es el caso del Ministerio de Educación de Brasil, que a partir del uso de “big data” ahorró más de 860 millones de reales brasileños entre los años 2008 y 2010 (Projectos Facultad Getulio Vargas).
3. Las innovaciones digitales permiten la co-creación de soluciones entre gobiernos y ciudadanos
Está emergiendo una nueva ciudadanía más educada que evoluciona y se apoya en la revolución digital, dando lugar a pueblos mejor informados que participan activamente de los asuntos públicos.
Así, la tecnología está potenciando la colaboración abierta también conocida como “crowdsourcing” para la implementación de políticas públicas. En América Latina y el Caribe se destacan iniciativas como la constitución colaborativa de Ciudad de México y plataformas para que los ciudadanos envíen sus propuestas al gobierno.
A su vez, las metodologías de colaboración abierta permiten a la ciudadanía y gobiernos generar prototipos para solucionar problemas de desarrollo.
4. Se generan más oportunidades para extender los servicios financieros
La revolución tecnológica también está cambiando los servicios financieros a través de tecnologías disruptivas como Blockchain.
Un ejemplo emblemático de esta tendencia es el rápido crecimiento que en China está teniendo la plataforma de pagos en línea Ant Financial, perteneciente al grupo Alibaba y que gestiona Alipay y otros servicios financieros en el país asiático.
En América Latina la mitad de la población adulta aún no tiene acceso al sistema financiero. Los servicios financieros móviles y en línea permiten reducir los costos de transacción y acercar nuevos servicios a los ciudadanos. De esta manera, las nuevas tecnologías representan una oportunidad para promover la inclusión financiera en la región.
5. La economía colaborativa permite maximizar el acceso a bienes y servicios
La economía colaborativa comenzó a desarrollarse hace cinco años y según PwC, se estima que su valor podría llegar a los 335 miles de millones de dólares a nivel mundial para el 2025.
Este modelo busca maximizar el uso de activos subutilizados a través de tecnologías abiertas colaborativas. Plataformas como Uber y Airbnb permiten ilustrar su rápido avance.
La economía colaborativa representa una oportunidad para promover el desarrollo en la región y puede aplicarse a retos como el cambio climático o diseñar las ciudades del futuro.
Por ejemplo, en 2016 en el BID contamos con la presencia de Robin Chase, co-fundadora y ex CEO de Zipcar, la plataforma de automóviles compartidos más grande del mundo. En su presentación describió este nuevo paradigma económico y destacó cómo aplicar este modelo a proyectos o negocios.
6. Se generan nuevas dinámicas y oportunidades laborales
La revolución digital traerá consigo la creación de nuevas profesiones que ni siquiera imaginamos. Una publicación del Foro Económico Mundial afirma que el 65% de los niños que están entrando ahora a la escuela primaria trabajarán en empleos que aún no existen.
Cada vez más personas formarán parte de equipos virtuales, mientras que otras integrarán un cuerpo de profesionales nómadas, y muchos participarán en la economía de la colaboración.
Frente a estas oportunidades, también hay que considerar los desafíos relacionados que se avecinan. Primero, junto con la creciente tendencia de gobiernos digitales, también se incrementan los retos entorno a la seguridad cibernética. Según un informe del BID sobre ciberseguridad, en la región este tipo de delitos cuestan alrededor de US$90.000 millones al año y los recientes ciberataques revelan la creciente vulnerabilidad de los sistemas informáticos a nivel mundial. A su vez, la inteligencia artificial reemplazará las ocupaciones más rutinarias, afectando no solo a los trabajadores menos calificados, sino también a profesionales de diversa índole.
América Latina y el Caribe llegaron tarde a otras revoluciones. Cómo asegurar que ésta la sabremos aprovechar para potenciar el rol del conocimiento abierto para mejorar vidas, mientras se mitigan los riesgos de desempleo, inequidad y precariedad laboral, es una de las grandes incógnitas que tenemos enfrente.
La respuesta no es fácil, pero una antigua cita nos recuerda que “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor a los cambios”.
Fuente: www.weforum.org
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